El 29 de mayo de 2022 falleció en Brasilia, Antonio Cançado, un hombre generoso, apasionado y culto; un hombre de convicciones y defensor incansable de los derechos humanos. Su vocación humanista se vio reflejada en su vida y en su profesión. Evangelizador de la protección internacional los derechos humanos desde la cátedra, la militancia, la política exterior, los organismos y tribunales internacionales. En su obra y en sus votos, tanto en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como en la Corte Internacional de Justicia, se refleja su profunda convicción de la necesaria “rehumanización” del derecho internacional. Del necesario avance del derecho internacional a favor de las personas y en particular de las víctimas.
Antonio Cançado nació en Belo Horizonte (Brasil) en 1947. Estudió derecho en la Universidad Federal de Minas Gerais y se especializó en Derecho Internacional en la Universidad de Cambridge, donde su tesis sobre la regla del agotamiento de los recursos internos, fue reconocida con el Premio Yorke (1977). La mayor parte de su vida profesional fue catedrático de derecho internacional público de la Universidad de Brasilia y del Instituto Diplomático de Río Branco.
Dentro del ámbito de la política exterior, fue asesor jurídico del Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil, así como representante de su país en diversas conferencias internacionales. Fue experto y asesor de las Naciones Unidas, la UNESCO, miembro de la Comisión de Juristas de la Organización de los Estados Americanos, Director Ejecutivo del Instituto Interamericano de Derechos Humanos entre otros cargos que desempeñó en el ámbito de los organismos internacionales. También se desempeñó como Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (electo en 1994 y reelegido en 2000) donde fungió como Vicepresidente (1997-1999) y Presidente (1999.2001 y 2002-2004) y como Juez de la Corte Internacional de Justicia, elegido en 2009 y reelegido en 2018.
Su vocación docente lo llevó a impartir cursos y conferencias en diversas universidades de América y Europa. Fue profesor de la Academia de Derecho Internacional de La Haya, en el Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo, en el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, en los cursos del Comité Jurídico Interamericano. Como profesor y jurista inspiró y formó a miles de estudiantes y profesionales para los que siempre tenía una sonrisa franca, un consejo, un reconocimiento y un oído atento. Recuerdo la vez que estuvo en el ITAM, invitado por Jaime Ruiz de Santiago amigo cercano del juez Cançado, dictando una conferencia en ocasión del aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Lo que más me llamó la atención fue su sencillez y su generosidad hacia los estudiantes. Su vocación docente estuvo presente a lo largo de su vida a pesar de su intensa labor judicial, nunca estuvo alejado de las aulas y de la investigación, dejando un importante acervo de obra escrita.
Su liderazgo fue decisivo para la consolidación del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Ser parte de la Corte Interamericana, le ofreció la oportunidad de trabajar desde su posición como juez, en la promoción del respeto y garantía de los derechos humanos desde la aplicación de las normas internacionales. Siempre privilegió la humanización de las normas, interpretándolas de manera abierta, dinámica, maximizando lo que él consideraba el efecto útil de las mismas. Sus opiniones separadas sobre la responsabilidad estatal en situaciones de graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, su visión sobre las reparaciones más allá de la proporcionalidad y su trabajo incansable a favor de maximizar la importancia de las víctimas, dejaron huella en el Sistema Interamericano. Siempre privilegió la interpretación evolutiva del derecho internacional a favor de las personas.
Su llegada a la Corte Internacional de Justicia en 2009 lo situó en un ámbito judicial distinto, donde la presencia exclusiva de los Estados ante el tribunal y su papel, todavía preponderante en muchos ámbitos de las relaciones jurídicas internacionales, fueron para él objeto de preocupación y reflexión constante. Nunca perdió la oportunidad de poner los intereses de la persona humana en el centro del debate, haciéndolos prevalecer incluso sobre los de los Estados. Para él la Corte no podía delimitar una frontera entre Estados sin tomar en cuenta a las personas que viven en esos territorios, o la Corte no podía permanecer indiferente al destino de los seres humanos, sobre todo frente a violaciones de normas de ius cogens. Para el juez Cançado, la interpretación de las normas deberían tener como centro los derechos de las personas, más allá inclusive de los “derechos” de los Estados de acuerdo con los requisitos de lo que él llamo “nuevo jus gentium” y el “principio de humanidad”. Cuando se le otorgó a la CIJ la custodia de los archivos del Tribunal de Nuremberg, el juez Cançado jugó un papel central en la digitalización de los mismos para promover su acceso e integrarlos al acervo de la Biblioteca del Palacio de la Paz, fue uno de sus últimos grandes proyectos.
El juez Cançado jugó un papel fundamental en el desarrollo del sistema internacional de protección de los derechos humanos, asimismo contribuyó enormemente a la comprensión y desarrollo del derecho internacional teniendo como centro a la persona. Su partida, sin duda alguna, deja un enorme vacío y nos toca a nosotros y nosotras honrar y continuar con su legado.
Cita recomendada: Gabriela Rodríguez Huerta, «In Memoriam: Antonio Cançado Trindade (1947-2022)», IberICONnect, 21 de junio de 2022. Disponible en: https://www.ibericonnect.blog/2022/06/in-memoriam-antonio-cancado-trindade-1947-2022/