Derecho y tiempo: cronojusticia y derecho al tiempo. Mario Alberto Montoya Brand. Tirant lo Blanch, Bogotá. ISBN papel: 9788410712812; ISBN libro electrónico: 9788410712829. 2024, 126 págs.
¿Qué es el tiempo? ¿Pero a través de qué órgano percibimos el tiempo? ¿Cómo vamos a medir una cosa de la que, en el fondo, no podemos definir nada, ni una sola de sus propiedades?
Thomas Mann, La montaña mágica
“Derecho y Tiempo: cronojusticia y derecho al tiempo” es una obra novedosa y sugerente que nos propone el profesor Mario Montoya Brand, en la que pone en evidencia las múltiples, pero inexploradas relaciones que se tejen entre el tiempo y el derecho, desde la perspectiva propia de las teorías del derecho. La novedad del libro, no solo se refiere a la temática abordada que, como bien lo advierte el autor, no ha sido suficientemente tratada, sino también por el estilo al que recurre, ya que la obra está escrita a manera de ensayo, lo cual aporta una notable fluidez y amenidad al texto, sin que con ello se afecte el rigor ni el sustento académico de lo expuesto.
Precisamente, uno de los aspectos para destacar de la obra radica en su sólida y diversa fundamentación, ya que, si bien en el texto se acude con frecuencia a obras de teóricos del derecho de la talla de Kelsen, Hart o Ross, estas se complementan con referencias desde otras disciplinas como la filosofía, historia, física, sociología, religión, literatura, poesía, pintura y cine, que no solo ilustran bastante bien las ideas del autor, sino que son muestra de su basta cultura. Por su parte, un asunto para considerar de la obra es la conexión existente entre los distintos apartados del texto que no siempre resulta clara para el lector, ya que en cada uno se abordan temas muy diversos sobre la temática, sin que en todos existan apartados introductorios o conclusivos que dirijan el desarrollo del libro.
El carácter sugerente del libro se puede evidenciar en todos y cada uno de sus apartados. Para ello, el texto se estructura en seis capítulos que conducen al autor desde la conceptualización del tiempo hasta sus manifestaciones más precisas en las obras de algunos reconocidos filósofos del derecho. Así, el primer capítulo, titulado El tiempo como convención y su juridificación, parte enfatizando en el carácter convencional y artificioso del tiempo, tal y como se sugiere en el epígrafe de esta reseña. A continuación, se analiza cómo la noción del tiempo suele combinarse con factores científicos, políticos, económicos y sobre todo jurídicos que permiten afirmar que la temporización jurídica es parte esencial de nuestro actual orden. Así, afirma el autor que toda organización del tiempo se desarrolla con el orden jurídico, es decir, que el derecho la regulariza, la impone, la exige y la sanciona, hasta el punto que la temporización jurídica es parte esencial de nuestro orden.
El segundo capítulo, Más allá de la vigencia del derecho, parte de preguntarse si es pensable una regulación sin tiempo. A ello se responde inmediatamente de forma negativa afirmando que el tiempo es constitutivo del derecho. A partir de allí, el capítulo se centra en las implicaciones del tiempo para el derecho, comenzando con su manifestación más evidente, como lo sería a través del concepto de vigencia, pero explicitando otras, no tan visibles, como la unidad que el derecho le otorga al tiempo, las diferentes percepciones del tiempo que crea el derecho, la perpetuidad en que se basan los órdenes jurídicos y las prohibiciones como una manera de concebirlo.
El tercero de los capítulos se titula El fin de los tiempos y su derecho y reflexiona sobre cómo esa eventualidad tiene una amplia presencial en el derecho, comenzando por la utilidad que tiene el miedo a que ello suceda y llegando a reflexionar sobre la excepcionalidad y el derecho que debería regir para el fin del mundo. El cuarto apartado aborda el tópico de la velocidad de los órdenes jurídicos, para lo cual el autor se propone aplicar de forma bastante original dicha medida, propia de la física, a algunos órdenes jurídicos como la producción normativa, el surgimiento, reforma o derogatoria de segmentos jurídicos y la formación de sujetos jurídicos, entre otros. Allí, el propósito es el de indagarse por los efectos que traen las distintas velocidades con que operan ciertos regímenes jurídicos y las razones que las justifican.
Ya en el quinto capítulo, el autor propone acuñar el término de cronojusticia para hacer referencia a las consideraciones en torno a la relación entre justicia y tiempo. Para ello, parte de considerar que las sociedades actuales son profundamente injustas en materia de tiempo, debido a que no se es libre para usar el tiempo natural, no hay igualdad de tiempo entre los integrantes del orden social y que poco se estimula la solidaridad respecto del tiempo de los demás. Para desarrollar su hipótesis, analiza las asimetrías que al respecto genera la subordinación laboral, el capital, el género, los tiempos de espera y las generaciones.
Finalmente, el sexto y último capítulo, se ocupa de identificar las implicaciones y posibles interpretaciones que el tiempo ha tenido en las elaboraciones teóricas de algunos autores paradigmáticos de la filosofía del derecho. Para ello, el autor selecciona dos juristas de la escuela positivista, a saber, H. Kelsen y H. Hart, y otros dos de la escuela realista, E. Ehrlich y A. Ross. Tras una breve caracterización de cada escuela y de las principales orientaciones de los autores, se explicita el lugar y relevancia que cada autor parece otorgar al tiempo en torno a su concepción y teorización del derecho.
Como puede apreciarse, cada capítulo supone una novedad y una provocación para el lector, quién se ve permanente interpelado por lo evidente y relevante del tema, pero a su vez poco explorado del asunto y por los mismos interrogantes abiertos que propone el autor en el texto. De esta manera, el libro suscita un inmediato interés y curiosidad por abordar dichos aspectos de una manera más detallada, profunda y transdisciplinaria. Así, uno de los mayores méritos de la obra del Profesor Montoya Brand está en hacer evidente lo que no lo era hasta su escrito y es que existe una imbricada relación entre el tiempo y el derecho, hasta el punto de ser constructos interdependientes, tanto en su concepción como en su desempeño.
Como afirma el autor, este es un ensayo que queda abierto y que antes de proponer conclusiones supone una invitación abierta a sus lectores y a la comunidad académica en general a enriquecer nuestras perspectivas acerca de las relaciones entre el tiempo y el derecho. Sin lugar a duda, se trata de una veta de conocimiento en lo que falta mucho por reflexionar, pero que ha sido localizada en gran parte gracias a esta novedosa y sugerente investigación. Para terminar, tal vez valga recordar una de las grandes obras literarias que como esta nos invitaba a reflexionar profundamente sobre el tiempo y sus vicisitudes. Me refiero a La montaña mágica del gran escritor y premio nobel Thomas Mann, y de la que se cumple precisamente el centenario de su publicación. En ella, su protagonista, Hans Castorp, estando en el sanatorio de Berghof, se preguntaba con gran agudeza y atino ¿Qué es el tiempo? Y así mismo se respondía: “Un misterio omnipotente y sin realidad propia. Es una condición del mundo de los fenómenos, un movimiento mezclado y unido a la existencia de los cuerpos en el espacio y a su movimiento.”